Evangelio de Divina Buenaventura Estupefacta



Acababa de terminar de ver Léolo, una película canadiense que dejó mi sentimiento dispuesto en una especie de escaparate muy, muy transparente. La canción de Bianca sonaba en mi cabeza. La tarareé durante días. Por momentos, solo sus acordes llenaban mi pensamiento. El tema iba y venía a su antojo, de esa forma en la que se introducen las canciones, o quizás una simple sintonía: como el agua entra irremediablemente por los poros de la piel. Mediodía me decía que estaba obsesiva, pero yo casi no la escuchaba. Ella intentaba contarme los problemas que estaba teniendo con su jefa, pero yo casi no la escuchaba. Tenía que combatir con la canción para dejar el espacio suficiente que recibiera sus palabras. Y en plena guerra musical con Bianca, apareció el entendimiento espontáneo: no me interesaba en absoluto lo que me estaba contando Mediodía. Era algo tan simple que me sorprendió no haberme dado cuenta antes. Llevaba años escuchándola, y siempre había algo en mi mente que se interponía entre sus palabras y yo. Normalmente eran mis problemas, los más importantes y los más sencillos, todos ellos se agolpaban llamando a las puertas de mi pensamiento cuando comenzábamos una conversación. Trataba de mantenerlos educados el tiempo que duraban aquellas charlas, pero el agotamiento era notable. Después de vernos, siempre quedaba extasiada. Decía, como para mí... esta chica me quita las fuerzas. Pero aquel día me di cuenta de que era mi pensamiento quien me las arrancaba. 
    • No puedo más. No me interesa nada de lo que me estás contando. 
La canción de Bianca sonaba al ritmo de mis palabras. Sinceridad con banda sonora original. No había tregua para quedar bien, o para ser, como siempre había sido, quien no era. Mediodía me miró llena de ira. Su rabia me afianzó que estaba haciendo lo correcto. Seguramente, ella jamás me había escuchado a mí sin su propia sintonía en la cabeza. A partir de ese día cambió todo. Ese fue el primer día de mi vida en el que decidí descubrir a esa persona que habita dentro de mí, y a la cuál no conocía. Allí firmé un contrato serio y definitivo con mi parte... con mi parte más importante.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Macbeth (Evangelios Apócrifos de Divina Buenaventura Estupefacta)

¿POR DÓNDE EMPEZAR? Guía para Libros Unkido