El Macario
"De esta forma apareció el Macario en la librería una mañana soleada, invadida por ese aire fresco que se produce en los pueblos: limpio. El Macario entró como si lo persiguiera la Gestapo, echando hacia delante la boina con la intención de cubrir un rostro que, por sí mismo, hablaba como si fuera la Radio Nacional. Pero como los humanos somos así de incomprensibles, nos creemos que tapándonos ligeramente la frente, los vecinos de toda la vida, que ven pasear nuestro palmito por las calles desde que alcanzamos edad suficiente para caminar, no nos van a reconocer. ¡Bendita ingenuidad! Y así entró el Macario en la librería, con el convencimiento de no haber sido visto por ojo alguno, o al menos, no reconocido. Sacó un papelillo que traía echo un burrujo entre las manos, en el que tenía apuntadas unas letras ininteligibles que él tradujo como: “Historia de la Filosofía, volumen 1, de Bertrand Russell”, y finalmente se quitó la boina en señal de respeto, porque eso sí, a educació