"A mi nadie me ha regalado nada"


Divina Buenaventura Estupefacta
fragmento del libro “Yo también soy Cercei Lannister”

- "A mí nadie me ha regalado nada".

De acuerdo, te felicito. ¿Te ponemos la cruz del mérito al trabajo y al esfuerzo? A veces la vida, muy sabiamente, viene y te deja sin las herramientas con las que antes hacías todo eso tan maravilloso que hacías, para darte cuenta de que tus cualidades son un préstamo, que no son tuyas. Y entonces entras en refinado y excluido club de los que no se adaptan. 



Todo está atado y bien atado”,decía nuestro amigo Franco, para que el individuo se coarte a sí mismo, todo el tiempo. Se convence de que no sirve para nada, porque las habilidades que porta no encajan en el diseño conocido. Y el que tiene un poco de perspectiva para ver "más allá" del diseño, probablemente acabará empastillado, diagnosticado, o deshauciado, por su incapacidad de someterse a la brutalidad que nos sometemos los demás. 

Por supuesto, igual de atado está el que se adapta, lo que pasa es que no se da cuenta, porque parece que le enfunda bien el traje, que se lo hicieron a medida. Yo era una de esas adaptables, hasta que dejé de serlo. Hasta que la dureza de mi propia exigencia hizo "crash".

Entonces, como os decía, llega un día en que el crédito que tenías para resistir la realidad, no está más. Y te ves como “esos que se lamentan”, te ves cómo te intentan acotar el terreno, y cómo se te exige un esfuerzo que eres incapaz de hacer. Lo ves dentro. Pero no te quejas, porque es tu gran valor, no te lo permites. Y estás ahí... resistiendo... ves que el diseño que se vende, no da para ti. Ves que has hecho todos los esfuerzos del mundo por enfundarte el traje, pero no te sirve. Resulta que solo querías “pertenecer”, pertenecer a algo que te trasciende, a través de los otros, pero eso no es posible. Porque tu cuerpo, de entrada, no te pertenece, igual que esas maravillosas habilidades que, teniendo la fortuna de perder un día, te darás cuenta, te fueron prestadas. 

Cuando abrí la consulta de psicolocura, la tenía llena de gente. Como una buena niña obediente, fui una psicóloga obediente. Uno se enfunda en una especie de traje de profesional, en el que es respetado, la gente te mira como si fueras alguien importante, y uno se mira el traje y dice: “¡uh, si, puede ser que sea alguien importante!” Y como boludo importante que sos (lo digo en argentino, porque, para ofender, lo utilizo, que me suena un poco más suave que el insulto español), te embarcas en la travesía de la élite. Es un viaje hermoso, por un tiempo... Corres y corres con prisa, porque quieres llegar rápido a ninguna parte, pero sobre todo, que te pongan la medalla que les ponen a los demás porque, no lo olvides, sobre todo quieres "pertenecer". 

Hasta que se empiezan a hacer carne las “teorías” del “todos somos uno” y el origen y la madre que lo fundó. Se empiezan a hacer reales, biológicas, vivas... y ahí es cuando flipas heavy, como dicen los adolescentes. Era cierto, en algún punto no hay separación, y que el "llorón" esté llorando en un lamento boliviano, no me es ajeno a mi vida de cristal. Ahí es cuando dices, ok, no es que ayude por bondad, es que despierte y abra los ojos y mire la realidad, porque en mi cuerpo hay partes sangrando, y yo, ojo azul, hermoso y creído de mi belleza, me creo que no me afecta el sangrado del dedito meñique del pie izquierdo. 

Así de atrevida es la ignorancia, y así hemos vivido los humanos tan faltos de Amor y real Sensibilidad. 

Sepan que ustedes tienen derecho a equivocarse, a divagar, a hacer el ridículo, a expresarse, a arruinar sus vidas, a lamentarse y a llorar. Tienen la oportunidad de cagarla y aprender, la oportunidad sagrada de decir una estupidez, una cosa falsa y errónea que les va a liberar, porque la tienen escondida en lo más profundo de sí. Dejen de citar a otros como si fueran biblias sagradas, y vivan. Reconozcan que no saben nada ¿verdad? Tantas cosas que recitamos, pero a la hora de la verdad, no sabemos nada. Tratamos de averiguar cómo es que funciona el cosmos, pero desechamos de nuestras vidas a los que se quejan y lamentan, porque “no quieren ver”, cuando en realidad, es posible que tener delante a ese a quien desprecias, y poder aceptar, por fin, esa carga con la que nunca quisiste encontrarte, te haga vivir de forma real aquello de lo que hablas muy bien, pero en forma teórica e ideal. 

Han vivido, y viven, atados y bien atados. Así que, en sus cabezas suenan y chirrían frases, castigos, luchas, apegos... de los que ya va siendo hora de desprenderse. Muchas mentiras que hemos sostenido sin preguntarnos si tenían algo de irrealidad.

Cargan con culpas inexistentes, porque se creen que son culpables de salirse de comportamientos que les han dicho que deberían tener, pero que son incapaces de tener, porque sus esencias, no pueden engañarse y esforzarse más.  Y si no alcanzo el ideal, es que hay algo malo en mí, algo erróneo que no puedo ver, y te dicen "esfuérzate más"... ¡Basta! La carrera de la prisa se agota. ¿A dónde van? ¿creen que hay algún lugar al que llegar? Y ahí se presenta, el incómodo delante de ti, recordándote el lugar al que no miras, al que ignoras, para sostenerte en la imagen del que consigue ganar las carreras de toda velocidad, con esfuerzo... Llama a tu puerta: "toc, toc", pero no, no quiero escuchar... prefiero seguir en el rail del diseño cómodo... e ignorar... para el incómodo está el psiquiatra, la beneficencia, los doctores... yo no estoy para eso... 




El otro día, mi amiga Analía Molinari, esa chica argentina que me pone voz en la radio, sí, que vive en Chile y tiene unos hijos que pareciera que los hace preciosos a propósito , me dijo: “si la vida te presenta algo delante, ¿por qué rechazarlo? ¿por qué decir no?”.

Ella me ayuda a ver todo esto, porque tiene una mirada diferente a la mía, y amigos, lo diferente no es una amenaza, sino que lo diferente te ayuda a ver lo que uno no puede ver por sí mismo. Pero uno tiene que estar abierto y dispuesto a que el otro te descoloque las estructuras. Porque si me quedo justificándome, o defendiéndome, me pierdo el regalo de que alguien me avise de que voy a toda prisa, corriendo como un boludo importante, creyendo que llevo las cargas de los demás, como un mártir, cuando en realidad no les dejo crecer, y ahí voy, coartándome a mí mismo en aras de pertenecer, o de ser reconocido... un muerto en vida con muchas condecoraciones, orgulloso de que nadie me ha regalado nada, negado a recibir, porque mi valor es el hacer, y por supuesto, quejándome de lo mucho que hago por los demás, lamentándome, al final, igual que aquellos a los que desprecio, y descubriendo que somos la misma cosa. 

¿Qué bromas de la vida verdad?

Y efectivamente amigos, nos pasamos la vida rechazando a lo que trae la vida, a lo vibrante, a lo que es móvil, a lo que no aletarga en una repetición constante y cómoda. “No me muevas de mi comodidad”, te dirá el diseño, el sistema, tu propio diseño, tu propio sistema. Pero una voz más profunda, está ansiosa, como un niño a punto de nacer, por VIVIR y dar paso a la belleza del instante. 

Aquellos que te desestructuran las comodidades, vienen en formas inesperadas. No suelen ser como uno espera que la gente se comporte. Ya va llegando la hora de despertar al oso de su letargo.

La diversidad ya ha sido incluida, ahora toca ver cómo el préstamo de la habilidad de incluirla, se desarrolla a través de nosotros. 


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