DIVINADAS...





DIVINADAS...
"Oí mil veces eso de “no eres lo que crees que eres”, pero no había manera oiga.
Creía serlo. Creía ser así, creía ser asá... y por supuesto, trataba de cambiarlo.

“No eres lo que crees que eres”, dicen por ahí... pero la realidad me dice que sí, la vida me dice que sá, la gente me dice que só. Y cualquier referencia me sirve de guión. Todo me sirve para ser algo distinto al churro mojado en chocolate caliente que creía ser.
Un mandato sonoro en la mente que llega infame a destruir la espontaneidad. “No, por ahí no, por aquí...” Suena tan contundente, tan serio, tan coherente para el sistema de valores que uno lleva en el cabezón.... “Haz lo correcto” “Lo estás haciendo mal, así no, asá”
Cientos de huidas, terrenales y divinas, y salidas, idas y venidas, aditivos y colorantes... todo para huir de encontrarme con el churro mojado en chocolate caliente que creía ser.
Hasta que el churro empieza a llamar a la puerta. Viene en forma de cartero, en forma de amigo, en forma de novio, de madre, de padre, de hijo, de país, de ciudad, de trabajo, de paranoia... El churro se presenta por todas partes. “Cómeme”, me dice, “No quiero”, le digo. “Cómeme”, me grita. “No quiero”, y le retiro la cara con un gesto de desprecio. Hasta que el churro se te mete hasta el estómago, y no te da tiempo ni para hacerle la digestión.
Un okupa demasiado incómodo en la biología, que te deja el cuerpo como el de la niña del exhorcista. “¡Sal de mí, churro maldito!” “Voy a hacerte un enlace lógico que te vas a cagar” Pues no. Ni por esas. El churro no escucha, no atiende, no perdona, no tiene valores, no tiene conmiseración, no te da esperanzas. Porque no es más que el churro que sobra, el churro que no encaja dentro de la merienda social en la que has querido encajar. Es el alimento imperfecto que no va de condimento con ningún otro alimento de la manada. Es el churro que parece que si te lo comes, te va a engordar, y te van a señalar por ello, porque tienes estrías, porque tienes celulitis, porque tienes barriga fofa, porque eres tonta, porque dijiste A y tenías que haber dicho B, porque te sentaste en el baúl rojo y tocaba el gris... todo por huir de un dedo, por huir de la vergüenza de sentir un dedo que te dice “eres imperfecta, amiga, vuelve al redil de la perfección, haz dieta, come mejor, come sano, no fumes, cuídate, anímate, sal a pasear, diviértete...” Ese dedo instalado en el inconsciente, un día se te empieza a meter por el culo. Porque cada frase “inocente” que viene a tu cabeza, pretendiendo sacarte de tu tristeza, empieza a doler tanto que, por fin, empiezas a dudar de ella, desde lo más profundo de las entrañas en las que fue instalada la “orden”. Es solo un susurro... te dices... y dudas... ¿pero tendrá razón el susurro?... pero... es solo una idea... te dices... y cada vez se despega más y más la idea... ¿Quién soy entonces? No soy la que creía ser, no soy el churro, ni soy los susurros... ¿quién soy? No tengo la más mínima idea. Por lo pronto, una página en blanco sobre la que escribí mucho, y que ahora leo como cualquier historia, como cualquier novela que llega a mis manos. Una historia llena de personajes que ya no me sirven, y que ni siquiera me incomodan. ¿Quién soy? Alguien cualquiera que está empezando a digerir el churro mojado en chocolate caliente que creía ser."

Comentarios

Entradas populares de este blog

Macbeth (Evangelios Apócrifos de Divina Buenaventura Estupefacta)

¿POR DÓNDE EMPEZAR? Guía para Libros Unkido