Divinadas... Hacer el amor


Hacer el amor, como un multiprisma donde la perspectiva inicial queda en un fondo, también incluida, tomando su propio lugar.

Acudir al otro sin elegir las formas y estructuras de ideas que configuré acerca de él, no solo “yo”, sino mi propio yo como resultado de una humanidad en experimentación y creación de diseños sobre cómo debería ser ese yo, cómo debería ser él. Escuchando a estas formas solo para saber cómo son, y en este descubrimiento comprender por qué tomaba una determinada actitud. Elijo la vía vacía que me acerca al otro, la que desconozco completamente.

El acto concreto como escenario en el que comprenderme, como escenario que proyecta la forma en la que conviven en mi abstracto los principios que cooperando me conforman. Observo en qué momento esos principios se disponen a competir y a defender identidades que conflictúan desde el abstracto, hasta llegar al concreto.

Hacer el amor desde el abstracto de los principios, con el propósito de deshacerme, de desvincularme poco a poco de las estructuras que conforman mi identidad. Hacer el amor encontrándome, encontrándote, en la profundidad de lo desconocido. Renunciando a ser todo lo que creía ser, renunciando a mantener la identidad de aquellos ancestros que antes susurraban controlando estos cuerpos para sobrevivir a través de nosotros. Dejando morir lo que ya fue, lo que nunca tuvo vida más allá de su tiempo de experiencia. Con humilde agradecimiento, y con la soberbia de elegir la partida, elijo la vía del vacío desconocido para acercarme a ti.

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