Distintos animales

Con la marcha de Beatriz, la familia quedó reducida a una trinidad bien avenida. Desde que abriera el restaurante, Encarna pasaba poco tiempo en casa. No le gustaba dejar a Marcello solo, pero tampoco podía llevarlo al local mientras hubiera clientes, así que, el perro pasaba mucho tiempo paseando por el Retiro, o dando vueltas por el barrio. Le encantaba disfrutar del caminar lento, del ruido del tráfico y, sobre todo, le fascinaba encontrarse en el reflejo de los cristales de los comercios. Le divertía la idea de verse a sí mismo, y le gustaba erguirse un poco, para salir más favorecido en la imagen. Esa coquetería, en parte, la había desarrollado con Encarnación. Ella siempre le insistía en la importancia de encontrarse una visión agradable al mirar el espejo, así que, le cepillaba el pelo y lo ponía guapo, desde primera hora de la mañana. El orgullo canino llegaba entonces a su máximo esplendor. Se sentía en lo mejor de su vida; era un perro maduro, pero aún ágil, capaz de atraer las miradas de las féminas más jóvenes que él.

Además, era animal de costumbres: todas las mañanas leía el periódico que dejaban a la puerta de casa; daba un repaso a la actualidad; lo comentaba en el desayuno con Julio, mientras él también hojeaba las páginas del diario; discutían acerca de política, a veces, o simplemente de asuntos sociales de interés público; y más tarde, cuando sus amos se marchaban al trabajo, él salía tras ellos a dar el largo paseo matutino que duraba hasta que el estómago le solicitara introducirle un poco de alimento.

En el Retiro había encontrado un labrador que, como él, era caminante de la mañana. No tenía dueño, ni quería tenerlo. Tampoco se consideraba un perro callejero. Al principio, a Marcello le pareció demasiado soberbio aunque, poco a poco, y a medida que fueron avanzando en sus conversaciones, le empezó a resultar menos vanidoso y más interesante. Solían dialogar acerca de los hombres; sin embargo, ambos tenían percepciones muy distintas. Mientras que Marcello se desvivía por intentar comprender a sus amos, el labrador tenía una incesante repulsión por el género, ya que había vivido experiencias poco favorables con el único amo que tuvo en su vida y del cual se tuvo que escapar.
    -¿Qué utilidad tiene el hombre?
    -No es una cuestión de utilidad...
    -¿Ah, no? Entonces, ¿por qué ellos nos toman a nosotros por herramientas de trabajo?
El antiguo dueño del labrador, lo había utilizado desde su nacimiento para la caza, y él, no siendo un perro que se adaptara fácilmente a las circunstancias de su destino, tras dos años de sufrimientos incesantes, tomó la decisión de correr por el campo todo lo que sus patas le dejaron alcanzar, para no volver nunca a la finca que consideraba el origen de sus desgracias.
    -Has tenido mala suerte, eso es todo. - le decía Marcello, tratando de justificar que no todos los seres humanos eran como aquel hombre que le tocó sufrir.
    -Mira, no creo que sea mala suerte, o buena suerte... el hombre no se considera un animal, como nosotros, y mientras no se dé cuenta de ello, seguirá utilizando al resto de animales para su aprovechamiento egoísta. Yo no entro en ese juego. Conmigo que no cuenten.
    -A mí nunca me han utilizado.
    -¿Ah, no? ¿Acaso no eres su animalito de compañía? ¿acaso no acuden a ti cada vez que tienen un problema, pidiéndote consejo?
    -Eso no significa que me estén utilizando; eso significa que me necesitan.
El labrador soltó una enorme carcajada.
    -¡Qué te necesitan, dices! Eso sí que ha estado bien, hombre...
    -Te has olvidado de que los animales, todos, incluido el humano, nos relacionamos por afectos. Al parecer, para ti, nos relacionamos por interés.
    -Efectivamente Sherlock, ya ves que no ha sido muy difícil llegar a esa conclusión. El primer instinto del animal es sobrevivir. Por esa supervivencia es por lo que aún seguimos aquí, y para mantenernos vivos necesitamos a los otros. El hombre sabe esto mejor que nosotros, porque tiene el instinto de la supervivencia aún más desarrollado... después harás, si quieres, teorías románticas sobre el amor, o sobre esas cosas que dices que mantienen unidos a los animales... de ilusiones también vive el perro...


(Fragmento de "Distinto Animal")

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